Forjar talento, enseñarlo, progresarlo y dejarlo ir, es parte de la vida, es parte de ser y saber hacer. Durante años hemos educado, entrenado, crecido y practicado con hojas en blanco que llegan desde las aulas con la emoción y el sentimiento de casi haberlo logrado, cuando en realidad apenas vamos empezando.
Duele dejar ir aquellos colaboradores que con tanto esfuerzo has convertido en grandes profesionistas, con quienes has sembrado, alimentado y crecido un sueño, a través de metas, logros, fracasos y sin sabores, pero al final se ha dado de ambos lados lo mejor de si, por que ahora mientras estamos en este barco, estamos juntos.
Es grato saber que te has ido y te has colocado en empresas de clase mundial, donde tendrás el progreso profesional y económico que deseas y que desde luego mereces. Se que llegarás a ser un engrane importante de una gran maquinaria, pero nunca olvides que aquí no fuiste un engrane de un sistema de muchos sistemas de una maquina grande y compleja.
Aquí fuiste parte del sistema central, de donde se crean las cosas y se toman las decisiones, donde nos da la noche y la mañana pero de que funciona, funciona.
Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él. – Emmanuel Kant
Así es, somos una fabrica de talento, y que mejor virtud que poder fabricar talento y darlo a los mejores para que tomen lo mejor de ti, exploten tus talentos y tus dones y así, el mundo pueda ver la mejor versión del gran ser humano que eres.